Antes de la Guerra de 1982 la economía de las Islas Malvinas era casi de tipo feudal, con grandes extensiones de tierra no aptas para la agricultura, totalmente en poder de la FCL (Falkland Company Limited) -controlada por la FIH (Falkland Islans Holding) de capitales ingleses- que, para el negocio con la lana de oveja, contrataba como mano de obra barata a los nativos de las islas.
Una vez finalizado el conflicto, esa política cambió. Mediante acuerdos, se subdividió la tierra y fue entregada a los kelpers para que críen sus propias ovejas -que superan los 500.000 animales- y se beneficien con una parte de los ingresos producidos por la exportación de lana de alta calidad al Reino Unido y otros lugares del mundo. En cada establecimiento de campo (Camp) también existen invernaderos con huertas familiares dedicadas al cultivo de hortalizas frescas para el autoconsumo.
Después de la guerra se creó unilateralmente, en 1986, una zona de exclusión de 150 millas alrededor de las islas que le permitió a las autoridades otorgar licencias de pesca de langostinos, calamares y merluzas. De esta manera, el producto bruto interno aumentó de los 3 millones de libras esterlinas de 1982 a la friolera de los actuales 100 millones.
Es así que la pesca se ha transformado en una de las principales fuentes de ingresos para las Islas, relegando a la producción de lana. Esta nueva actividad además incluye la protección de la fauna marina limitando la pesca de las especies que van disminuyendo.
También suma lo que dejan la gran cantidad de cruceros que en el verano visitan las islas.
Actualmente, los crecientes ingresos provienen de estas tres actividades principales, aportando las licencias de pesca un 40%, la lana un 10% y el turismo el otro 50%.
Vía: El Litoral
Imagen: Infobae