La guerra cambió para siempre la vida de los habitantes de las Malvinas. Pasados los ruidos de la batalla, los uniformes, los colores militares y las centenares de vidas que quedaron truncas en el archipiélago, al menos algo floreció para los isleños.
La economía de los 3142 pobladores de las islas Malvinas despuntó después de la guerra. Claro que se trata de un pequeño consuelo para quienes oyeron silbar las balas de la guerra en los patios de sus casas, pero por lo menos vivir en un gélido rincón del mundo que siempre es un eventual teatro de conflicto tiene una gratificación económica. Suena a poco, pero es algo.
Los algo más de 3000 habitantes -de los cuales sólo 29 son argentinos- se han beneficiado por medidas que tomó la corona británica, una vez pasado el conflicto. A casi 30 años de aquellos días, la riqueza se genera por la pesca, el petróleo, en menos medida, la lana y el turismo, otra de las estrellas económicas de las islas.
El estudio de Tondini da cuenta que, hasta ese momento, los isleños no veían un penique de lo que se pescaba en los mares secundantes al archipiélago. «En los primeros 12 meses, de efectivizada la medida, los ingresos de las islas pasaron de ocho a 54 millones de dólares», reporta el trabajo.
Según datos del gobierno de las islas, -compilados en el Economic Briefing & Forecast for the Falkland Islands-, 2007 fue el mejor de los últimos años, cuando el producto bruto interno (PBI) llegó a 172,9 millones de dólares. ¿Qué significa esa cifra? Pues que el PBI per cápita de los isleños en ese momento ascendía a 55.185 dólares, cifra que coloca a los habitantes de las Malvinas entre los diez primeros lugares del mundo cuando se mide el PBI per cápita.
El turismo también pasó a ser una fuente de ingresos importantes, ya que en las mejores temporadas, los poco más de 3000 habitantes de las islas recibieron a 69.000 turistas. El petróleo es una incógnita y la producción agropecuaria, con las limitaciones de un clima hostil, se concentra en la cría de ovejas.